Desde que me dijeron que enferme mi vida ha sido mucho más fácil.
Es difícil encajar que ese momento que parece que nunca va a llegar tiene una
fecha concreta y sabes que te vas a morir. Esa es la diferencia del enfermo
terminal y el resto de los enfermos, ya que la vida es una enfermedad que te va
debilitando poco a poco y que la contraes por el simple hecho de nacer. Triste
pero cierto.
Ahora que soy consciente de esto lo que me queda de vida es más
fácil. Me dijeron que de nada servía pasar mis últimos meses en el hospital, yo
pensaba lo mismo, así que me volví a mi casa. Al llegar abrí la última cerveza
y me senté en el balcón a contemplar mi ciudad y por extraño que parezca me
resulto inservible, vacía y destrozada. Realmente no sentía pena de morirme, de
hecho ni me sorprendí cuando lo supe, quizás era lo mejor que me pasaba en la
vida.
Así que por esa simple razón tome la decisión de ser yo
quien me diera esa placer, y me suicide.