No nos conocemos tan bien como
sentenciar que nos entendemos. Giramos la tragedia y se convirtió en
tragicomedia. Así de la nada generamos un futuro, borramos media
vida y como si nada hubiese pasado empezamos a levantarnos por las
mañanas. La ventaja de no tener pasado es que no hay antecedentes,
que todo es nuevo. Lo malo es la efervescencia del momento, el saber
cuanto duran las burbujas antes de que se pase el efecto. Ahora
vivimos en el espacio de los “puede”, en el barrio de los “y
si”, en la ciudad de los “seguro”, en el portal de “los te
quiero”.
miércoles, 29 de abril de 2015
martes, 28 de abril de 2015
Excusas de madrugada.
Vuelve a sonar el teléfono, un tono,
dos tonos, tres tonos, deja de sonar. Sale humo de mi boca mientras
mi mano se queda a medio camino del auricular, a medio paso de
nosotros. Cierro el puño, me hormiguean los dedos cien mil
sensaciones que se mezclan y hacen fuegos artificiales. Suena el
teléfono, estalla la bombilla, me giro y un escalofrío recorre las
cenizas de mi cigarro. Pegan a la puerta, no para de sonar ese
maldito timbre. El vecino se arranca a cantar si tu te vas, se
escuchan risas en la calle, háztelo tu entre gritos, la puerta
parece que se cae y la última calada no tira. Vorágine mental,
desorden estructural. Abro los ojos y suena el teléfono.
viernes, 24 de abril de 2015
Private o porno casero.
Era como estallar, como romper el mundo
en mil pedazos y disfrutarlo desde el palco. Quería vacaciones, un
minuto de calma en mitad de la urbe, un trozo de silencio en mitad
del delirio, una caricia en una orgía. Desaparecer es más costoso
de lo que a simple viste parece, siempre hay alguien que a quien
debes dinero. Las promesas atan más que las cuerdas y las palabras
parecen tatuajes que son imborrables. El pedir auxilio es una muestra
de debilidad en un mundo donde unos aplastan a otros y les tiran los
desperdicios. Me lo tomo en serio, tanto que me debato entre que te
lo líes tu o me lo líe yo. Todos se ríen, todos son felices, todos
son libres hasta que suena el despertador.
domingo, 19 de abril de 2015
Dejó todo para después.
Recuerdo los sonidos que salían de los
cristales al reventar mientras los pedazos chocaban contra el suelo.
Evadíamos el estrés tirando la vajilla, rompiendo los platos y
lanzando los vasos. La furia salía a basen de descomponer la materia
contra cualquier superficie lo suficientemente dura como para
soportar el impacto. No entendíamos el por qué cojones la
destrucción aliviaba el circo, expulsaba a los payasos de la escena
y nos dejaba comiendo techo con la mente en blanco. En ese bucle lo
bueno no entra, no cabe, ocupa demasiado. Nos miramos ahora como
extraños cuando nos salpicaba algún pedazo de realidad. No nos
encajaban los bordes en los fallos y pusimos la balanza como tabla
rasa para ser juzgados. Te echaba de menos solo que no sabía como
decírtelo.
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