martes, 22 de julio de 2014

Felicidades.

Recuerdo como la recorría desde los pies a la cabeza. Dejando entrar el aire entre mis dedos y su piel, jugando a no llegar al final nunca. Sentir su respiración aumentando proporcionalmente a medida que mi contacto con ella crecía. El tacto suave de la seda se quedaba corto y mis miedos a romperla, a terminar con el momento o a que no se hiciera eterno rondaban mi cabeza. Su miraba, sus ojos se clavaban en mis movimientos, examinando hacia donde andaban mis manos. Acercar mis labios y darle el primer beso en su ombligo, perderme en los recovecos de su cuerpo, inundarme en su cuello y palpar sus escalofríos. Los actos reflejos completaban la función y lo mejor era que me apretaras las manos, demostrando que el fin es relativo y que si aprietas fuerte, notaras como yo también lo hago.   

Conexiones fallidas.

Se me cogió un pellizco al estómago, una de esas sensaciones de dolor momentáneo y molestia permanente. Esa imagen trastoco el mundo que tenía dibujado en la pared. Las pinturas empezaron a despegarse, saltar al suelo y salir corriendo. Los contornos tiraban con fuerza para desensamblarse con la única esperanza de que la caída fuera lo suficientemente leve para poder levantarse. Los matices valoraban opciones, contemplaban posibilidades y le daban minutos al reloj. Un segundo más hubiera sido una vida menos. Desde la cuerda, giramos la tuerca y no salió agua, la felicidad ya corría a borbotones. 

lunes, 21 de julio de 2014

Rebajas en enero.

Saltabas por encima a las damas, de cuadrado en cuadrado, de esquina en esquina y encontraste la pared. El golpe fue tan grande que perdiste la referencia, el norte y hasta la vida. Te saliste de ella y acabaste en otra por accidente. Andabas rara, desorientada como el refrán que no tiene sentido ni moraleja. Los sentidos no eran los mismos pero merecían la pena. El tacto se movía, los reflejos eran el pan de cada día. La luz te aclaro. Ahora practicas el autónomo, en piloto automático y sin manos. Apelaste a la libertad tan a pecho que el roce te oprimía, te apretaba. Tanto para acabar encadenada a la nada. 

Sin peros.

Aguardaba el final del espectáculo. Estaba en medio, mientras se lanzaban preguntas sin respuestas desde ambos lados. Las cuestiones se peleaban a capa y espada y las chispas me salpicaban. Los interrogantes sacaban las pistolas y las respuestas se escondían para no recibir los balazos. Una guerra intelectual sin aparente ganador, un conflicto sin motivo ni razón, un problema sin una solución visible. Ante la escala de violencia las disculpan no solucionan nada y rezar no ayuda. Bajamos a por hielo y seguían sonando las interferencias.

jueves, 17 de julio de 2014

Alcoholismo.

Me quedo absorto mirando como los hielos del vaso se van haciendo agua, mezclándose con el alcohol y disipando el gas. Las luces de este tugurio se están casi apagadas y solo quedo yo en la barra. El camarero termina de barrer y me increpa para que me vaya. Yo, sigo buscando el fondo del vaso, con la ropa del trabajo me rebusco el último cigarro y le digo que me llene para poder disfrutarlo. Su mirada refleja lo que soy, lo calca a la perfección y como buen psicólogo me concede mi deseo.
-          Gracias, hoy lo necesito más que nunca.
-          ¿Tan mal ha estado el día hombre?
-          A decir verdad, no sabría responderte a eso. Mis días son reflejos de luz en un cristal que se van sin pena ni gloria.
-          Con esa respuesta poco puedo ayudarte.

-          Échate una copa y compartamos esta preciosa soledad.

martes, 15 de julio de 2014

Llueve en agosto.

Era un placer verla bailar sobre el alambre. Colocar cada pie sobre el vacío con el cuidado de un orfebre, con la delicadeza de una sonrisa espontanea. Jugaba a dejarse caer, a irse para no volver. Pronunciaba la leve melodía del tiempo con cada movimiento sutil de su cuerpo. Hacía piruetas enseñando los dientes, disfrutaba con el riesgo, de una forma tan espontanea que parecía su forma de vida. 
Yo la veía disfrutar, sentirse bien consigo misma. Ser ella y quitarse los complejos de la piel. Era la expresión de la felicidad, la palabra alegría o la definición de perfección.

domingo, 13 de julio de 2014

La última y lo tiro.

Despido el día en el alfeizar de la ventana mirando como la levedad del tiempo nos atrapa y nos engulle sin escapatoria para nosotros. El humo difumina los colores más vivos que se reflejan contra la ventana y mi cabeza inevitablemente se mueve aun por las lindes de tu pelo. Siento de casualidad el tacto áspero de tus yemas sobre mi piel, lo uno con otra casualidad y comienza mi bucle de pensamiento. Intento centrarme en el ruido exterior como medio de desintoxicación, simulando despegarme de ti, aunque sea que te quedaras impregnada como el olor del tabaco a mis dedos. Apuro lo que queda de nicotina y se me suceden imágenes, como flashes de discoteca, bloqueo la emoción mientras cierro la ventana.


Suspiro, se va otra noche y tú sigues aquí. 

2 más el descuento.

Pues bueno, no queda mucho más que cerrar la puerta y echar la última mirada atrás, esa que tiene siempre un poco de nostalgia y de mala leche. Todo tiene su momento, o todo momento su circunstancia y pese a querer inmortalizar alguno, son todos efímeros. Los especiales se te quedan en la memoria, pero solo un parte, tu percepción de ese momento, no el momento real. Por ese motivo siempre me quedo a medias recordando el final de nuestros polvos, o esa sensación de satisfacción y acabar rendido a tus pies, o por ejemplo el final de un te quiero que salía de tus labios. 

martes, 8 de julio de 2014

Pluto y sus compinches.

Antes era un poeta, un genio de la palabra que todos adoraban por mi fina prosa, mi lírica impecable, mi habilidad imaginativa y mi increíble capacidad adaptativa. Ahora soy un simple drogadicto, el desecho más grande que esta sociedad puede criar y luego repudiar. La gente descambia mis libros, devuelve mis poemas y quema mis dedicatorias. Ahora no me piden favores, ni colaboraciones, ni siquiera me invitan a esos foros de intelectuales de los que antes las invitaciones me llenaban mi buzón. Ahora dicen que soy un alma echada a perder, un borracho que se pasó con la dosis y se convirtió en alcohólico. Los medios me criminalizan y me asocian con los sectores más radicales de la sociedad, me insultan en esas tertulias de sabelotodo, donde acuden los que van disfrazados a diario para despotricar de como un genio literario se volvió un inculto frenético. Me imputan delitos de desorden civil, crímenes contra la verdad y hasta algún asesinato sin sentido.

Todo esto tiene un motivo fundado, dije la verdad y eso pone nervioso a los que mandan, pronto empezó a trabajar la maquinaria propagandística y al día siguiente no era nadie. Es curioso, algunos dicen que vivimos en democracia aunque yo sigo pensando que en lo que vivimos es una plutocracia. 

lunes, 7 de julio de 2014

Malditos lunes.

No sé si caer, rendirme o saltar a la nada pero esta sensación de necesidad no se va. Se queda pegada a mí como el cáncer que te mata o la resina a mis dedos. Abarco desde el momento que nos rozamos hasta la última mirada que coincidimos y no se me pasan las ganas. Intento romper con la monotonía que establece el reloj y hacer cambios de velocidad para que esto avance y aun así no hay quien lo mueva. Me queda la duda, la penumbra de la sospecha y la angustia de la certeza, de lo que me duele llevar la razón. Por eso mismo intento que mis pensamientos no hagan conexiones, que unos no rocen con otros y se hagan ideas imparables, domingos de resacas emocionales o peor aún, oportunidades perdidas.