Ya solo nos queda reconstruirnos pero
no sobre nuestras cenizas que me trae malos recuerdos. Alejarse de lo
malo y de lo bueno a partes iguales como los martinis de James Bond.
Podemos pasear y lanzarnos las mentiras a la cara como hacíamos
antes, incluso podemos fantasear que fuimos felices y seguir
fingiendo que lo somos hoy día. Si lo deseas, volvemos a viajar por
el mundo pero durmiendo en camas separadas. Utilizaremos la verdad
como arma arrojadiza, dispuesta a herir de muerte y asestar el golpe
decisivo. Incluso si te empeñas, haremos ver a los demás que
siempre fuimos geniales actores, que sabemos simular las caricias,
agarrarnos distraídos, atentar contra el lado oscuro de nuestra
libertad, comprometernos en un beso, disfrazar los te quiero de
monotonía. Es más, si te empeñas, no habrá pasado nada, salvo
cuando lleguemos a casa, esa casa que se seguirá derrumbando a
pedazos mientras reventamos los cristales.
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